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miércoles, 9 de mayo de 2012

Segunda perogrullada


Cuando estaba en el colegio recuerdo que nos enseñaron a dibujar retratos usando una cuadrícula. 
Una tal como esta: 


Bueno, puede que más grande.
Mucho más grande.
Te hacían dibujar una cuadrícula parecida a esta para que pudieras pasear tu lápiz por los diminutos cuadrados reproduciendo el retrato que también habías cuadriculado antes y que te disponías a copiar.
Sin salirte de la cuadrícula.
Respetando los bordes y las líneas tal como las habías reproducido a escala en ambos lados.
Hacías unas líneas muy finas primero.


Bastante finas para que pudieras borrarlas cuando dieras un mal trazo.


Luego, cuando ya tenías la seguridad fingida del trazo, las hacías con más fuerza.


Y, cuando ya tenías estas líneas seguras y con carácter, borrabas la cuadrícula.


Es un buen método para dibujar. Es una buena manera para poder hacer las cosas sin pensarlo mucho porque siempre tienes una guía y la oportunidad de borrar solo una fracción del dibujo y seguir como si nunca hubiese habido un error. Nadie sabrá nunca cuantas veces has borrado un trazo y lo has rehecho hasta tener la suficiente confianza como para darle notoriedad.
Recuerdo que le pregunté a mi profesora que si era necesario usar esta cuadrícula, que no quería usarla, que me parecía más fácil usar mi propia percepción, que quería hacerlo sin guías. Pero se negó rotundamente obligándome a usar la cuadrícula y a no dejar de usarla hasta que terminara el retrato.
Mi retrato, que era un foto mía de cuando era pequeña, como supuse en un principio salió horrible. Muy horrible. Más o menos dibujé lo que hubiera sido si fuera una de las actrices de Freaks. El dibujo nunca ha sido parte de mi talento, pero no sabéis lo que me divierte. Sobre todo me divierte compararlo con la vida.
Yo dibujo con el error.
Dibujo equivocándome.


Dibujo sin cuadrados que me sirvan de guía y sin una imagen previa que me diga por dónde tengo que llevar mis trazos para no hacerlos mal.
Y me vuelvo a equivocar.


Me equivoco mucho y cuando lo hago tengo que empezar de nuevo. Porque, como si mi insistencia en hacerlo sin guia fuera poca, me empeño en hacerlo con tinta. Sin usar algo que pueda deshacer. 
Así que voy rehaciendo las cosas una y otra vez desde el principio hasta que quedan como quiero. Puede que por el camino haga mil garabatos distintos para llegar, empezar una y otra vez, pero al final, siempre consigo hacer lo que había pensado desde el principio porque nunca he rehecho mi objetivo, solo lo he empezado las veces que hagan falta para llegar a él.



Que te jodan cuadrícula.

1 comentario:

Armabot dijo...

Ha! Ha! ¡Gran relato contado en narración gráfica! Además, una historia sobre sistemas de enseñanza y las normas impuestas...

Yo opino que estructurar un dibujo es bastante necesario para que la composición y proporciones salgan como queremos, pero eso es el esqueleto de lo que vayamos a dibujar. Lo de hacer una cuadrícula sólo sirve para aprender a copiar y tengo mis serias dudas lo didáctico del asunto más allá de lo básico. Es como lo de medir con el dedo y el pincel, que da un aire interesante a los pintores y hay quien lo defiende, pero me consta que tiene sus detractores más modernos que lo que piensan es en entrenar el ojo.

Estos sistemas didácticos equivocados me recuerdan a los tutoriales de la revista infantil Dibus. En ellos enseñan a los niños a dibujar a los personajes de moda en el mes, pero cualquiera un poco avispado puede ver cómo han engañado a esos niños calcando un dibujo (que en muchas ocasiones procede de un render de la última película de animación por ordenador) y a partir de ahí lo que han hecho es deconstruirlo, frustrando a niños que podríamos ser tú o yo (y creo que se confirma que fuimos niños traumatizados).

Sobre tu capacidad de dibujo, puedo entender tu frustración al tener una imagen mental de lo que quieres hacer y que luego en el papel no sea exactamente lo mismo. Más que nada porque me temo que no dibujo mucho mejor que tú, pero como comentas, lo importante es ponerse y hacerlo por amor al arte. Total, en algunas ocasiones un estilo irregular puede ser lo más apropiado para transmitir un mensaje, como el estilo de Mike Judge en Beavis & Butt-Head o las ilustraciones de Noguishe. En tu caso sólo es un medio para transmitir un mensaje.

Y este ha sido mi esquemático análisis artístico de hoy... ¡Abajo Twitter!